El diseño tiene la capacidad única de transformar no solo espacios, sino vidas. Este proyecto, dirigido por Aida Tropeano, es un ejemplo claro de cómo la esencia de cada individuo puede ser capturada y reflejada en su entorno.
Antes de la intervención, el terreno era un espacio vacío con gran potencial. Tras un diseño meticuloso, se transformó en un oasis de belleza y serenidad que refleja los deseos y sueños del cliente. La distribución del espacio, que incluye jardines, caminos, una piscina rodeada de vegetación, iluminación cuidadosamente planificada, una caballería y un quincho con vista a la piscina, crea un entorno que invita a la reflexión y la conexión personal. Este proyecto demuestra que un diseño bien pensado puede trascender la estética, tocando el alma y ofreciendo una profunda sensación de bienestar.